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Una “vestida”…
Una prostituta…
Y un Brian de Palma atrevido,
intenso e irreverente
Por: Miguel Angel Arritola
Estamos hablando de los 80, cuando el tema de la transexualidad y la identidad de género se abordaba a suma discreción, no era propio para la época.
Quizá por ello, “Vestida para matar”, (“Dressed to Kill”) 1980, se enfrentó a grandes vicisitudes al salir a cartelera.
Y es que estamos hablando justo del verano de los 80, cuando Brian de Palma estrenó este filme controversial, un cine cargado de violencia y erotismo, casi a un paso del cine pornográfico, con un tema fuerte y delicado: la transexualidad y la identidad de género.
En éste thriller erótico y sexy, que incomodó a la industria de Hollywood, De Palma deslumbra con sus hazañas cinematográficas y reafirma ser todo un maestro del suspenso, digno heredero de Alfred Hitchcock.
Porque “Vestida para matar” es toda una obra de arte, es un cine hecho a detalle, con trabajos memorables de una Angie Dickinson sensual, atrevida, sexosa.
Con una Nancy Allen endiabladamente hermosa, de una belleza inquietante y con una actuación sin mayor exigencia, pero eso el público lo olvida al momento en que una y otra vez se despoja de sus prendas.
Michael Caine es de presencia impecable y de alta escuela de actuación, con él no hay pierde alguno. Es un actor de lujo.
Ambientada a fines de 1979 en la ciudad de Nueva York, “Vestida para matar” tiene diferentes ejes en su historia.
Primero nos muestra a Kate Miller, (Angie Dickinson) una ama de casa insatisfecha sexualmente que está en terapia con el psiquiatra Robert Elliott, (Michael Caine), un tipo que esconde dos secretos terribles que son claves dentro del filme.
Buscando placer en otro cuerpo, Kate se liga a un sujeto en el Museo de Arte, se va con él a su departamento, goza de buen sexo pero al salir de ahí, en el elevador, es brutalmente atacada por una mujer rubia, de lentes oscuros.
Liz Blake (Nancy Allen), una prostituta de alta escuela, quien esa tarde tenía un encuentro con un cliente en ese mismo complejo de departamentos, es testigo de ese crimen y en un momento de desesperación, toma entre sus manos el arma, una navaja de afeitar, con la que fue asesinada Kate.
Desde luego que la policía cree que Liz es la asesina y tiene dos caminos para no caer presa, buscar una buena coartada de con quién estuvo esa tarde o dar con el asesino….¡o que el asesino la encuentre y la mate!
“Vestida para matar” es una película de ritmo lento que se toma su tiempo para desbordar las emociones de sus involucrados y esto es lo que la hace poderosa y atractiva.
Hay escenas que son una verdadera obra de arte y dos de ellas corren a cargo de Angie Dickinson.
La primera son esos planos de la masturbación en la ducha, cuando Angie a lo lejos está viendo a su marido afeitarse mientras el agua y sus manos buscan delicadamente sus partes intimas; la cámara recorre cada uno de sus movimientos con astucia y sin pudor.
La segunda escena cautivadora es cuando ella sale decidida a buscar un encuentro casual con un desconocido en los corredores del Museo Metropolitano de Arte; toda esa secuencia hasta llegar al departamento del desconocido es un maravilloso juego de seducción que sólo De Palma pudo haber logrado.
“Vestida para matar” tiene un final paralizante, espectacular y con una carga de suspenso y terror propia de un genio del cine.
Está en Prime Video y en verdad, tome asiento, asegúrese que los niños ya están en cama y dispóngase a ver una de las mejores películas de Brian de Palma, considerado como uno de los cineastas más controvertidos de su generación.
En una escala de 5 al 10, “Vestida para matar” logra un 10 indiscutible y por favor, goce de la escena en la que Nancy Allen se enfrenta con Michael Caine en su oficina, esta es una de las mejores escenas logradas en esta cinta; por Dios, qué perfección de mujer, qué belleza y qué temple para aparecer así, casi desnuda frente a la cámara de su marido…Brian de Palma.