
Después de ver “Cacería de brujas”, (After the Hunt), 2025, tuve serias dudas sobre este filme dirigido por el italiano Luca Guadagnino,
}}Sigo el cine de Guadagnino: “Soy amor”, (I Am Love), 2009, “Suspiria” 2018, “Llámame por tu nombre”, (Call Me by Your Name), 2017, “Queer”, 2024 y “Retadores”, 2024.
Seguirlo no significa que todo lo que hace sea de mi agrado, por ello cuando me enfrente a “Cacería de brujas” me desconcertó un poco su propuesta que al final no llega a un punto del todo definido.
“Cacería de brujas” aborda temas como el #MeToo y la cultura de la cancelación, quizás en eso estriba lo irritable e incómodo del filme, la manera y la forma en que lo trata.
No da oportunidades por igual a quien aparentemente violentan y el que violenta.
Ambientada en el campus universitario de Yale, la historia sigue a Alma (Julia Roberts), una profesora universitaria de filosofía que tiene una vida feliz al lado de su esposo Shirley, (Michael Stuhlbarg).
Alma tiene un colega y amigo inseparable llamado Hank (Andrew Garfield), quien es acusado de agresión sexual por parte de una de las alumnas más cercanas de Alma, Maggie (Ayo Edebiri).
Todo explota cuando Alma ofrece una cena en su casa y lo último que vio al terminar la velada fue que Hank y Maggie se fueron muy sonrientes, supuestamente a sus respectivos departamentos.
Pero la historia fue otra, en palabras de Maggie.
Al día siguiente Maggie busca a Alma en su casa y le revela que Hank esa noche se auto invitó al departamento de ella y que con unas bebidas de más, cruzó la línea de “para, no quiero”.
Alma no sabe cómo enfrentar esta situación y menos cuando Hank también la busca y le da su versión en donde alega que todo es mentira de Maggie y que él jamás cruzó esa línea.
Uno de los dos mientes.
Uno de los dos está buscando venganza.
Uno de los dos se desgració la vida.
¿Por una verdad?
¿Por una mentira?
¿Por celos…?
La propuesta que Luca, director del filme quiere mostrar al espectador es que este se atreva a detenerse en la duda y aceptar que el arte a veces debe incomodar para seguir vivo.
Muy vivo el italiano.
“Cacería de brujas” es un enfrentamiento entre generaciones.
Una generación, la de los jóvenes, es tan fácil de acusar por rencor, odio y envidia.
La otra generación, la de año, es la que no sabe cómo enfrentar esta situación de jóvenes sin salir dañada.
La película tiene cierta tendencia favorecedora hacia unos de los dos personajes, al supuesto agresor y a la supuesta víctima.
“Cacería de brujas” tiene muy pero muy a su favor el elenco, no tanto así el guión.
El trabajo de Julia Roberts es impecable.
El salir a pantalla en un papel nada femenino, explotando sus dotes como actriz, sacrificando aquellas tomas donde su belleza deslumbraba, ya no le interesan.
Se metió a fondo en el papel de Alma y sus momentos de gloria en “Cacería de brujas” los brinda en esos silencios, en esas miradas y en ese manejo corporal.
Pero la película se la lleva Michael Stuhlbarg (Shirley), quien hace del esposo de Alma.
Su personaje es brillante, las pocas veces que aparece en escena son graciosamente poderosas y revelan por qué siguen juntos pese a que son opuestos en todo.
Garfield como Hank, saca adelante su papel de seductor aunque faltó explorar más de él al igual que al personaje de Maggie, trabajado por Ayo Edebiri.
Técnicamente la película es una belleza.
Su banda sonora es un lujo.
Hay una escena de la película muy agradable donde está Alma con su amiga en un bar y la amiga dice algo así como “¿Quién está poniendo música de Morrissey” a lo que Julia Roberts le contesta en seco “No es Morrissey, es The Smiths”.
Las tomas y close up a Julia son claves para muchas escenas.
“Cacería de brujas” no es una película fácil de digerir.
El ritmo es tedioso los primeros 30 minutos.
Tarda en despegar.
Tiene largos diálogos complejos.
Y no, no es un thriller, más bien es un novelón sofisticado con mucho del quehacer cinematográfico de Woody Allen.
Fuera de ello y de por donde se le vea, “Cacería de brujas” es una gran película, pero solamente para quienes realmente gustan de cintas complejas y con diálogos poderosos,.
Es una película alejada de sexo, violencia y exorcismos, y eso de agradece en el alma.
En una escala de 5 al 10, este filme del italiano Luca Guadagnino alcanza un 9.
Ese final es de lujo, un final que te llevas a tu casa de tarea.