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“Serpientes y escaleras” es un juego de mesa para niños y adultos que se juega con un dado y fichas. El objetivo del juego es llegar al final del tablero antes que los demás jugadores, avanzando por casillas según el número que arroje el dado, y siendo ayudado por las escaleras y obstaculizado por las serpientes.
Bueno, así tal cual es la serie “Serpientes y escaleras” que Manolo Caro ofrece en la plataforma de Netflix.
Es una serie de 8 capítulos de media hora donde Los códigos que envuelven a “Serpientes y escaleras” van un poquito más allá de la comedia negra y del humor ácido.
“Serpientes y escaleras” es otro intento del director mexicano de levantar ámpula criticando muy a su manera al gobierno, al machismo, a la doble moral, a la homofobia, al poder y sobre todo, a ese ámbito político donde resalta una frase muy cierta: “En la política no hay amigos”.
Manolo pone en la mesa una intriga política divertida, donde hace mofa de Elba Esther Gordillo, exlideresa sindical convertida en símbolo del clientelismo educativo en México y de un gobernador de “cualquier Estado”, para que nadie se ofenda ni se sienta aludido.
Debo aceptar que nunca he entendido del todo las propuestas de Manolo Caro, pero confieso que me gusta su “desorden” a la hora de plasmar sus ideas, me divierte…y vaya que sí.
En “Serpientes y escaleras” la historia gira sobre Dora López Negrete, (Cecilia Suárez), prefecta de un prestigiado colegio de Jalisco.
El mayor sueño de Dora es llegar a ser directora del plantel pero un pleito entre dos alumnos del colegio es determinante para el futuro de Dora en esa institución.
La mecánica en la historia de “Serpientes y escaleras” es la misma que viene arrastrando Manolo Caro desde hace años; amor entre iguales, canciones de moda, (ahora le tocó el turno a Laura Pausini) y sexo, mucho sexo.
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Una vez más, la mancuerna Caro y Suárez funciona, hay una complicidad honesta en ellos a la hora de trabajar.
Cecilia es una estupenda actriz que puede dar mucho pero mucho más, pero ya no debería de aceptar esos papeles con ese tono de voz “bobo” que le funcionó una vez en “La Casa de las flores”, después lo repitió en “El jardinero” pero una tercera más….¡Noooo!
Meto las manos al fuego por Juan Pablo Medina, qué nivel de actor y qué desenvolvimiento escénico tiene. Es ACTOR y punto.
Me agradó el desempeño de Michelle Rodríguez como la “vidente” que lee cartas y predice el futuro. Está en discreta y disfrutable, la amé.
Martiño Rivas más que perfecto para enseñar nalga una y otra vez, la especialidad de la casa.
Me seduce Marimar Vega, todo lo que ella haga se lo compro. Su naturalidad como actriz es maravillosa.
Luis Felipe Tovar llena la pantalla. Es un artista que arropa sus papeles de una manera convincente, es un PRIMER ACTOR, de esos que ya casi no hay.
Y aunque no tuviera una sola línea, Margarita Gralia se lleva la tarde con ese rol de directora de un plantel donde ella pone sus propias reglas para que los niños jamás estén tristes. Ese porte de actriz de escuela de Margarita Gralia vale…ORO.
El resto del elenco es de primera línea: Benny Emmanuel, Loreto Peralta, Alfredo Gatica, Germán Bracco, y Gerardo Trejoluna.
“Serpientes y escaleras” no será lo mejor de Manolo Caro, pero sí será un trabajo que dará mucho de qué hablar.
Quizás el único “pero” que le pongo a “Serpientes y escaleras” es el exceso de escenas de sexo y esos diálogos donde la palabra “joto” se emplea infinidad de veces de manera despreciativa, ofensiva e incómoda.
En una escala de 5 al 10, “Serpientes y escaleras” logra un 8.
Amé ese baile de todo el elenco a manera de intro de la serie, todos en pose con VTR3 de Danna Paola.