
“Robot Salvaje” es una película que en su historia resalta la importancia de la familia y la lucha por ser uno mismo sin tener que imitar el vuelo de nadie
Por: Miguel Angel Arritola
¿Tiene niños en casa?
¿Tiene sobrinos en casa?
¿Tiene nietos en casa?
Pues tómelos de la mano y llévelos al cine a ver “Robot Salvaje”, 2024, (“The Wild Robot”), una película que habla de la manera más pura y sincera sobre el valor de la familia y el privilegio de volar con nuestras propias alas, sin temerle a nada ni a nadie.
Escrita y dirigida por Chris Sanders, “Robot Salvaje” es lo mejor que he visto en muchos pero muchos años.
¿Por qué?
Porque es un filme hecho con el corazón y con la honestidad de crear y enviar un hermoso mensaje de amor a la humanidad, o sea, a usted, a mí y a cuanto mortal habita en este planeta.
Un mensaje para reflexionar sobre la ilusión de los instintos maternales, la carga del autosacrificio o la alegría que todavía se puede encontrar en un buen amigo.
Es un largometraje para ver en familia, para llorar en familia, pero llorar de felicidad ante tantas secuencias hermosas y que en silencio, sin diálogos, dicen más que mil palabras.
Basada en la adaptación animada de la novela de Peter Brown, (2016), “Robot Salvaje” es una caricia al alma y un apapacho al corazón.
Todo gira en torno a un robot, un ganso, un zorro y una zarigüeya.
ROZZUM, mejor conocido como Roz, (con voz de Lupita Nyong’o) es una robot náufraga que llega por accidente a una isla donde habitan todo tipo de animales.
Roz no sabe de amar y no amar, es sólo una construcción de acero que no está programada para eso, pero aprende a comunicarse con los animales de la isla, quienes al principio la ven y la consideran un monstruo.
Por accidente, Roz destruye un nido de donde surge un ganso al que llaman Brightbill (con la voz de Kit Connor)
Roz, con la ayuda del zorro Fink (Voz de Pedro Pascal), se hace cargo de Brightbill a quien hay que enseñar a nadar y volar para prepararlo para su primera migración con los que realmente son su familia.
Pero ser madre no está dentro de la programación de Roz, así es que también se ampara en una zarigüeya huraña y cansada del mundo (en la voz de Catherine O’Hara) quien la impulsa a cumplir con su nueva misión: criar.
“Robot Salvaje” es una montaña de emociones que en momentos nos lleva de la alegría a la tristeza con una agilidad gratamente sorprendente.
Chris Sanders se sirvió con la cuchara grande al poner en este trabajo esos sentimientos de amor que hasta el animal más salvaje lleva dentro, todo es cuestión de provocarlo, agitarlo y sacarlo a relucir.
Roz y Brightbill son tan sólo un vehículo que nos lleva a ver cuán poderoso es el amor de una madre por su hijo y de paso, el valor que se debe tener para enfrentar la vida sin complejos ni cadenas.
“Robot Salvaje” tiene increíbles momentos visuales que arranca sonrisas y lágrimas de felicidad.
La película es como una cartilla o más bien un exquisito manual de cómo se debe ser amigo en las buenas y en las no tan buenas, de cómo debemos dejar volar a nuestros seres queridos, de cómo no olvidar a quienes nos aman.
Es una lectura que tiene muchos significados y muchos sentidos.
El trabajo de Lupita Nyong’o que le da voz a la robot Roz es de una perfección única: Conmueve y mucho.
“Robot Salvaje” es un amor eterno entre una robot y un ganso,
Es un amor eterno entre la fantasía y la realidad.
Es un amor eterno…¡y punto!
Está en los cines y si tiene niños en casa, sobrinos o nietos, llévelos, le aseguro que ellos se lo agradecerán y si no los tiene, vaya usted solo (a) y apuesto a ganar la gozará igual y saldrá añorando un ayer que de plano no se compara con el hoy que estamos viviendo.
“Robot Salvaje” “Robot Salvaje” es la mejor película que Chris Sanders ha hecho, eso no está a discusión y es la cinta más poderosa de DreamWorks y en una escala del 5 al 10, está de 10.
Amé esa forma refrescante de presentar la historia de la interacción entre una máquina y el reino animal, vaya que la amé.